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Diana Salazar: ¡destituida o muerta!

Por: Simón Espinosa

Esa, la consigna para que los narcos de verdad y los narco-políticos, reinen a plenitud. La acción de doña Diana Salazar Méndez, como cabeza del Ministerio Público les aterra. ¡Hay que matarla o destituirla! Ella es un freno a su desenfreno, una manifiesta negación a su impunidad.

 En nuestro verde paraíso, han ido creciendo en franca pugna con la moral y el sentido común, las malas hierbas de venenosos complejos de inferioridad, compensados en exceso por una aparente superioridad, que triunfa por tener más dinero y menos miradas al sufrimiento de tantos. Era, pues, impensable que desde las entrañas del pueblo surgiera, como extraordinaria paradoja y lección de vida, un ser como doña Diana Salazar Méndez, para convertirse mucho más que en nuestra esperanza, en una figura cimera de la anticorrupción mundial.

No, Diana, a quien, supuestamente, el señor Correa ha llamado “negra”, no viene de ese pueblo extraviado, que sirve de voto duro para sostener en los entramados del poder, a la versión más canalla de la historia, desenmascarada por ella. 

Diana proviene de otro sector del pueblo, la mayoría, el digno, el que va más allá del instinto de conservación, y desde la grandeza de su sencillez, cultiva con valor, fuerza y honradez, el impulso de superación de ser y de ser más. Ese mismo pueblo que, prefiriendo defender su dignidad, a hundir su vida en un pacto mafioso, elige cruzar la endemoniada región del Darién, caminar miles de kilómetros por las selvas y sendas de la América Central y México, para intentar llegar a lo que él considera la defensa de su patrimonio moral, y libertad existencial. Aunque queden sus huesos en los desiertos de Sonora, ¡la apuesta es válida!: no sucumbir ante la ambición descontrolada, característica de los servidores de Satanás.

Es ese pueblo en el que la patria deberá basar su resurrección, si es que anhela resucitar. Y es ese pueblo el que impedirá, eliminando el peligro antes de que se den los hechos, de que maten, destituyan o envíen de embajadora a su Fiscal, para sacarla del medio.

“Actuó nondum nata non praescribitur”. La acción que aún no ha nacido, no prescribe. Hoy es tiempo todavía.

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