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Impunidad de rebaño

Este artículo fue escrito el 15 de julio y publicado en el Semanario El Observador el 17 de julio, justo el día en que estalló el escándalo que involucra también al asambleísta de Pastaza Raúl Tello Benalcázar

Por: Nina Osorio Villavicencio

Cuando, a finales del siglo pasado, se denunciaba los sobreprecios en la construcción de la vía perimetral de Guayaquil, se decía “donde se pone el dedo, salta pus” y ahora, en 2020, la corrupción ha hecho metástasis, es la más aterradora de las pandemias. El Estado ecuatoriano huele mal, todo está podrido.

¿Qué opción tiene el ciudadano de a pie, si las instituciones de control, el órgano legislativo y de fiscalización, el poder judicial y el ejecutivo son los enfermos graves? ¿A dónde acudir? ¿Quién responde? ¿Quién nos defiende? No hay remedio posible cuando también el médico está enfermo.

Como en las películas de ficción, el malo siempre estuvo entre los buenos, en Ecuador todos pintan honorables; ellos por ejemplo, nunca gestionan cargos públicos porque violarían el art. 127, numeral 3 de la Constitución; entonces dicen: ¿“desde cuando recomendar una opción es gestionar cargos”? y por supuesto que aquello es aupado por el otro poder del Estado. “Nosotros sugerimos que nos recomienden nombres, eso no es delito” responden desde el Ejecutivo y se cierra el círculo de las componendas.

Si la corrupción es una enfermedad, Ecuador busca una cama en terapia intensiva. La Asamblea Nacional, el primer poder el Estado, el sitio del debate, de la fiscalización, el órgano que representa los más variados intereses del pueblo, es un parapeto, es todo menos medicina. Es la enfermedad misma.

Y el enfermo es grave. ¿Cómo es que el Vicepresidente de la Comisión de fiscalización de la Asamblea Nacional, está convocado a juicio penal por la fiscalía? Eso es antitético, el estafador ha sido juez, el tránsfuga asiste al cumpleaños de su víctima.

Y el juicio para el que está convocado Eliseo Azuero es “por asociación ilícita”, una trama de corrupción que no respeta la ley de los vivos y le roba hasta a los muertos. No hay ley que alcance para castigar los crímenes desde el poder, desde el Estado, desde la gente de cuello blanco. Eliseo Azuero es ducho en el transitar por los oscuros pasillos parlamentarios.

Asambleístas como Eliseo Azuero, saben muy bien a que fueron a la Asamblea Nacional; no es casual que antes de la primera sesión parlamentaria se haya desafiliado del partido que lo llevó al triunfo, la ID. Una vez elegido, su tienda política ya lo estorbaba, no quería rendir cuentas a nadie. Quería declarase libre.

Entonces, ya con el poder delegado por el pueblo, convocó a su gallada; a otros también “experimentados” legisladores e hizo grupo con fuerza suficiente para definir con quien sea, leyes y reglamentos. Es ahí cuando brilla su lucidez, se acuerdan que las instituciones de su provincia necesitan cambios que solo ellos pueden darles, que las obras solo ellos pueden solucionarlas, que ellos necesitan tener relación directa con los contratistas de obras.

Esto se repite consuetudinariamente en la acción legislativa, la gallada actúa en todos los niveles, incluso en lo que les es prohibido: ser parte de la contratación de obras. Por eso está preso Daniel Mendoza y ahora encausado penalmente Eliseo Azuero. En el caso de Azuero la gallada actúa, logra impedir que tan graves acusaciones lo inhabiliten de su fuero parlamentario. Ese es el poder…

¿Y nosotros los ciudadanos? Los ciudadanos debemos ejercer la tarea fiscalizadora a estos “honorables” que quieren “pasarse de agache”, envolvernos en la sutilidad de su discurso. Debemos actuar con severidad para advertir de los engaños y dobles discursos.

Deberá existir, en algún momento, un juicio de rebeldía que socave las estructuras de este Estado fallido. ¿Cómo acudo al principal órgano encargado de impartir justicia, el consejo de la Judicatura, si solo el caso del tráfico ilegal de carnés de discapacidad salpica a 437 funcionarios judiciales y entre ellos 98 jueces? ¿Cómo golpeo las puertas de la Asamblea Nacional si en su tribuna se originó el “Gran Reparto”? ¿Cómo confiar en el Gobierno si varios de sus representantes visitaban asiduamente a Daniel Salcedo, quien resultó ser prontuario de “el gran reparto”? Por eso, coincido con el profesor Napoleón Saltos: En la Asamblea existe una “impunidad de rebaño”.

No es de ahora que Asamblea Nacional sea una de las instituciones más desprestigiadas del país. Para junio de este año, según CEDATOS, la credibilidad del legislativo llega al 20%. Nunca había sido tan evidente para el ciudadano que la Asamblea es el tumor mismo de nuestra nación. El ciudadano tampoco cree en los partidos, solo un 9% de la población respalda a alguno. La política siempre será una mala palabra para el ciudadano, mientras continúe siendo un negocio redondo, un botín de enriquecimiento personal, una búsqueda del poder para perpetuar la impunidad. Esa Asamblea, que para el pueblo representa la cloaca de la política ecuatoriana, tiene un 70% de legisladores que aspiran la relección en el 2021. No hay mejor escudo que un curul para tapar sus corruptelas y negociados.

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