Los médicos pueden perder la paciencia
Los médicos, los profesionales de la salud, son nuestra artillería para combatir el Coronavirus, no son carne de cañón, decía un ciber viajero al ver las protestas en Guayaquil, donde los médicos reclaman instrumental para su trabajo. Pero nada, los médicos son expuestos y no hay respuesta estatal. Ahora que el Gobierno no tiene como probar su falta de soporte a la salud, a través de su Ministro del Ambiente, agrede y amenaza a los trabajadores, les conmina a enfrentar “llucho a llucho” las emergencias que se presentan en centros de salud y hospitales mal dotados.
Los médicos ya no aguantan más, salieron al medio día de hoy a la calle a reclamar porque no les expongan tanto a la temeraria enfermedad. Ellos saben porque lo dicen:
Rompieron silencio estos médicos después de 3 semanas que cambió su rutina. Todos están nerviosos, el riesgo al que están expuestos es más grande que su desesperación por continuar en el trabajo. Los médicos y otros trabajadores de la salud están sujetos a amenazas, los advierten con despedirlos, les chantajean con el puesto como si el Ministro fuera el dueño de la hacienda. El Ministro del Ambiente, prepotente y malcriado, conmina a los trabajadores a cumplir a cualquier costo…
Pero el silencio de los trabajadores de la medicina empezó a romperse. Este médico decidió exponerse y arriesgar que lo manden del trabajo, sabe que no ha roto el juramento Hipocrático y que su Código de Ética no está en juego al reclamar justicia. Nos amenazan con despedirnos y nos dicen que estemos en silencio, reclama este médico que no puede trabajar con un par de guantes, un mandil y una mascarilla barata.
La intranquilidad y desesperación de los médicos es evidente, viven la angustia de cumplir, la ansiedad de la impotencia, el nerviosismo de la incertidumbre, la tensión de verse desprotegidos y el espanto de la vulnerabilidad ante la muerte.