Hay necesidad de una élite intelectual distinta; gente formada en ética, imaginación social, pensamiento crítico. Una exquisita lectura de los clásicos universales antes de involucrarse en la pretendida minga social y económica.
«El Abogado», como se hacía llamar Harrinson Salcedo, se fue llevando carios secretos: de Jorge Glas y Odebrecht, conocía de memoria el caso sobornos y tantos otros tantos…